Vivimos en plena era digital. El mundo entero ha sufrido y está sufriendo profundas transformaciones. Compramos, nos divertimos, nos comunicamos, trabajamos o fabricamos bienes y servicios de manera diferente. Y la comunicación entre las las empresas (marcas) y los consumidores también ha cambiado.
El hecho digital ha traído consigo nuevas herramientas, plataformas y técnicas de comunicación. Estas técnicas han democratizado el acceso a la comunicación de masas. Anteriormente sólo estaba al alcance de compañías dispuestas invertir grandes sumas de dinero en campañas de publicidad en prensa, TV o radio. Ahora, esas herramientas están al alcance de prácticamente cualquier empresa. Crear un sitio web, escribir en un blog, abrir una página en una red social o diseñar una campaña en Google son algunas de ellas.
El sector del vino (entendiendo como tal tanto a las bodegas como a todo lo que tiene que ver con el enoturismo (hostelería, alojamientos, servicios turísticos… y también industrias auxiliares) se enfrenta a grandes retos. Adecuar sus estrategias de marketing, comunicación y comercialización a la era digital es una de ellas.
En mi opinión, hay cuatro elementos que marcan la transformación del mundo del vino.
Poner a las personas en el centro
No es el vino, la botella, la etiqueta, la bodega o el terruño lo más importante. Lo más importantes son las personas, los consumidores, los clientes. Ellos tienen percepciones, motivaciones de compra, inquietudes, dudas, gustos y preferencias. Tienen sus propias vidas y las marcas deben entender qué papel juegan en ellas para conseguir ser notorias y relevantes.
Diferenciarse
Diferenciar el producto, sea el vino, el destino turístico, la oferta gastronómica… es una idea de la que se ha hablado mucho en Rioja Alavesa. Pero no es suficiente. La comunicación nos ofrece la posibilidad de diferenciarnos a través de la generación de contenidos únicos. Pero esto exige al mundo del vino asociarse a nuevos valores y contextos de consumo diferentes a los que ha abordado de manera tradicional, especialmente si quiere remontar el consumo en el ámbito local/nacional y entre las nuevas generaciones. Sería bonito ver a una marca de vino patrocinar un festival de música, asociarse con el mundo de los videojuegos o con propuestas gastronómicas que se salgan de los cánones habituales (pizza, hamburguesas, tofu, comida asiática, cocina fusión…).
Invertir
Es cierto que las barreras de entrada a la comunicación en la era digital prácticamente han desaparecido, pero esto no quiere decir que la comunicación sea gratis. La comunicación digital exige invertir: en tecnología, en producir contenidos o en difundirlos. La comunicación no consiste en hacer florituras o en algo accesorio. Con estrategias y planes de comunicación adecuados podemos ser más notorios, diferenciarnos, crear preferencia hacia nuestra marca y por lo tanto generar una mayor predisposición en la compra por parte del distribuidor o del consumidor final.
Formarse
Acceder al conocimiento es hoy más sencillo que nunca. En la red tenemos blogs, e- books, MOOCS y otros recursos que nos permiten aprender y que son prácticamente gratuitos o que tienen unos costes asumibles. Las marcas siempre precisarán recurrir a profesionales especialistas, pero también puede asumir ellos mismos ciertas tareas de comunicación que les permitan gestionar su relación con el entorno.
Precisamente, el Campus Enogastronómico de Rioja Alavesa es una herramienta más para capacitar a profesionales del mundo del vino, del turismo y de otras industrias de su entorno. Los días 27 y 28 de febrero, y 1 de marzo, impartiré el curso comunicación digital y marketing online, en el que durante 15 horas de contenidos teóricos y prácticos profundizaremos en estas cuestiones.
Miguel de Andrés Frías
Director Creativo de Hortelanos y formador en comunicación digital y creatividad